El término identidad visual se encuentra íntimamente relacionado al mundo corporativo y es parte de la estrategia de branding de toda marca. Lo que busca es crear una atmósfera sobre quién es la empresa, cuáles son sus valores e incluso cómo ve el mundo y la sociedad desde su perspectiva.
La identidad visual corporativa se construye a partir de la combinación de varios elementos que comprenden desde el logotipo, los colores de la marca, el uso de tipografías, imágenes, packaging, uniformes, hasta la identidad arquitectónica o el diseño de espacios.
De alguna forma, todos estos elementos no solo contribuyen a que sus clientes se identifiquen con la empresa sino que le permite vivir sus valores y ser coherente con los mensajes que quiere transmitir.
Ahora, piensa en un espacio de tu casa. El primero que se te venga a la cabeza. ¿Qué dice de vos? ¿Qué te transmite? ¿Cómo te hace sentir? ¿Te identifica?
Generalmente, al equipar y decorar nuestros espacios lo hacemos de forma intuitiva y no somos conscientes de cómo estas decisiones inciden en nuestras emociones y nuestro comportamiento.
En este artículo explico cómo el hogar es parte nuestra identidad visual, cuáles son los elementos principales que la componen y te enseño 3 pasos para que te encuentres en tus espacios.

Tu hogar forma parte tu identidad
Cada uno de nosotros tenemos determinados rasgos y características que nos distinguen y nos diferencian del resto. Son parte de nuestra identidad y es la combinación de estos elementos que transmiten diferentes mensajes sobre quiénes somos (aún sin ser conscientes de ello).
Podemos observar a una persona en la calle y, sin conocerla, reconocer determinadas características y sacar conclusiones sobre sus gustos, su estilo de vida e incluso sobre algunos de sus valores.
Lo mismo ocurre con nuestros hogares.
¿Alguna vez te sorprendiste la primera vez que fuiste a la casa de alguien porque "no te la imaginabas así"? Seguramente su imagen personal no era coherente con el espacio que habitaba.
Nuestros espacios dicen mucho de nosotros y son un reflejo de quiénes somos, cómo nos sentimos y qué valoramos, entre otras cosas.
Por eso, cuando ocurre algún cambio en nuestra vida lo primero que hacemos es adaptar nuestros espacios a lo nuevo. Sin embargo, muchas veces buscamos ser prácticos y solucionar sin tener en cuenta el impacto que puede tener en nuestra vida.
En este sentido, el primer paso es reconocer que nuestros espacios inciden en nuestra forma de sentir y actuar.
Cuanto más identificados estamos con nuestro entorno, nuestra forma de sentir y actuar comienza a estar más alineada con quiénes somos y la vida que queremos vivir.

¿Qué elementos forman la identidad de un espacio?
Antes de empezar a hablar de la identidad de un espacio, pensemos en qué es un espacio y cómo está compuesto.
El espacio arquitéctonico es creado por el hombre con el fin de realizar sus actividades en las condiciones que considera apropiadas. No tiene forma por si mismo sino que precisa ser delimitado para ser reconocido.
Si tomamos en cuenta que cada persona es única, cada uno de nosotros deberá reflexionar sobre "sus condiciones apropiadas" para realizar las actividades que desea y resolver cómo delimitarlo para poder reconocerlo.
Generalmente creemos que un espacio está delimitado por piso, paredes y techo. Algo así como una caja vacía que equipamos de acuerdo a nuestras necesidades o, como me gusta verlo a mi, un lienzo en blanco donde tenemos la libertad de construir la experiencia que queremos vivir.